martes, 3 de julio de 2012
Principios de Economía Política
Principios de Economía Política
Carl Menger
La historia de la economía política es rica en ejemplos de precursores olvidados,
cuya obra no despertó ningún eco en su tiempo y que sólo fueron redescubiertos
cuando sus ideas más importantes habían sido ya difundidas por otros. Es
también rica en notables coincidencias de descubrimientos simultáneos y de
singulares peripecias de algunos libros. Pero difícilmente se encontrará en esta
historia, ni en la de ninguna otra rama del saber, el ejemplo de un autor que
haya revolucionado los fundamentos de una ciencia ya bien establecida y haya
conseguido por ello general reconocimiento y que, a pesar de todo, haya sido
tan desconocido como Carl Menger. Apenas si existen casos paralelos al de los
Principios, que tras haber ejercido un influjo firme y permanente hayan tenido —
debido a causas totalmente accidentales— tan limitada difusión.
Para los historiadores resulta incuestionable que la posición poco menos que
excepcional alanzada por la Escuela austriaca en el proceso de desarrollo de la
economía política en los últimos sesenta años se debe casi en su totalidad a los
fundamentos sobre los que la asentó este gran economista. Es cierto que la
fama de la Escuela de cara al exterior y el desarrollo de algunas panes
esenciales del sistema se deben a los esfuerzos de sus brillantes seguidores
Eugen von Böhm-Bawerk y Friedrich von Wieser. Pero no es oscurecer los
méritos de estos dos hombres afirmar que sus ideas fundamentales surgieron en
su totalidad de Carl Menger. De no haber tenido tales discípulos, su nombre
habría quedado envuelto en una suave penumbra. Tal vez habría corrido la
suerte de muchos hombres capacitados, cuyas ideas se anticiparon a su tiempo
pero que luego fueron olvidados. En todo caso, es prácticamente seguro que
durante largo tiempo apenas habría gozado de prestigio fuera del ámbito
germano-parlante. Pero la característica común de todos los partidarios de la
Escuela austriaca, lo que les confirió su peculiaridad e hizo posibles sus
posteriores contribuciones, fue precisamente su aceptación de las teorías de
Carl Menger.
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